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Carlos Spegazzini, un sabio sin fronteras

El Instituto de Botánica "Carlos Spegazzini" y el Museo de La Plata de la Universidad Nacional de La Plata presentan una muestra temporaria en conmemoración al 80º aniversario del fallecimiento de Carlos Spegazzini. La muestra "Carlos Spegazzini, un sabio sin fronteras" es un homenaje a un pionero en el estudio de las ciencias naturales en Argentina.

A los 21 años viajó a Brasil pero una epidemia de fiebre amarilla le impidió desembarcar, continuando viaje rumbo a Buenos Aires donde se incorporó al Gabinete de Historia Natural de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales.

En 1881, como integrante de la Expedición Bove, exploró la Patagonia y Tierra del Fuego donde coleccionó 1108 ejemplares de hongos, de las cuales 461 eran nuevas especies. Spegazzini descubrió más de 4.000 nuevas especies de hongos en Latinoamérica y realizó más de 200 publicaciones. Vivió en La Plata y se desempeñó como profesor en las Facultades de Agronomía, Química y Farmacia. Falleció el 1 de julio de 1926 legando su casa familiar, colecciones e instrumentos científicos al Museo de La Plata para crear el Instituto de Botánica.

La muestra puede visitarse de martes a domingo hasta el 20 de julio en la Sala Víctor de Pol del Museo de La Plata de 10 a 18 horas.

Uno de los máximos

Como tantas otras disciplinas, la botánica le debe a numerosos extranjeros su establecimiento y progreso como campo de estudios científicos en el país.

Y si a principios del siglo XIX fueron Bonpland y Haencke los encargados de los primeros desarrollos de esa ciencia, a fines de ese siglo fue el italiano Carlos Spegazzini uno de los máximos impulsores de los estudios botánicos en la Argentina, y el máximo referente en el conocimiento y clasificación de los hongos (micología).

Nacido en 1858 en Bairo, una pequeña localidad de la provincia de Torino, Spegazzini realizó sus primeros estudios en un colegio de Venecia y, más tarde, en la Real Escuela de Vitivinicultura y Enología de Conegliano, donde aprendió varios idiomas. Siendo un niño aun conoció a quien sería su maestro en el estudio y conocimiento de los hongos (que a la sazón sería su especialidad botánica), el especialista Pietro Saccardo.

En 1879 viajó a América, buscando desarrollar su profesión y ganar experiencia científica. Estuvo en Brasil durante algunos meses, y, huyendo de una epidemia de fiebre amarilla que azotaba la ciudad brasilera, recaló en Buenos Aires a fin del mismo año.

Ni bien arribado, Spegazzini paso a integrar el Gabinete de Historia Natural de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales de la UBA, y a dictar conferencias en diversas asociaciones científicas de la ciudad. En una de esas conferencias, conoció y entabló una amistosa relación con Sarmiento.

Un año después, integró la expedición italo-argentina que exploró durante todo 1881 la Patagonia y Tierra del Fuego, en calidad de naturalista agregado. En la travesía, Spegazzini recolectó más de 1.100 especies botánicas, la mitad de las cuales eran hongos. El naufragio de la corbeta que trasladaba a los científicos cerca del Cabo de Buena Esperanza obligó a Spegazzini a nadar hasta la costa con su herbario y su cuaderno de notas al hombro. El accidente, además, le permitió conocer las culturas indígenas de Tierra del Fuego y aprender las lenguas fueguinas (más tarde escribiría una gramática alcaluf, basada en lo aprendido durante 1881 en la región más austral de la Argentina).

Posteriormente, Spegazzini formó parte de la comisión comisionada para elegir el lugar donde se debía construir la nueva capital provincial de Buenos Aires y, en 1883, fue designado químico-micrólogo de la Oficina Química Municipal, por entonces bajo la dirección de Pedro Arata.

Un año después, Spegazzini viajó a La Plata, donde sentaría residencia definitiva. Allí forma hogar y establece vínculos profesionales y amistosos con destacados científicos del momento, como los hermanos Florentino y Carlos Ameghino. En el campo laboral, uno de sus mayores logros estuvo relacionado con la naciente Universidad de La Plata. En efecto, no sólo participó del establecimiento de la institución, sino que su nombre se liga también con los primeros años de vida de las facultades de Ciencias Naturales, Agronomía, Veterinaria, Química y Farmacia, y del Colegio Nacional anexo. Spegazzini fue docente en numerosas cátedras (de Botánica, Micrografía Vegetal y Química, entre otras), creo el Arboretum de la Facultad de Agronomía; organizó y supervisó la plantación de árboles en el Paseo del Bosque de la ciudad, etc. En 1924 editó, además, la Revista Argentina de Botánica, de la cual aparecieron 4 números, redactados exclusivamente por el botánico italiano.

No obstante, todos estos hechos quedan minimizados en comparación de la labor estrictamente científica de Spegazzini. De hecho, si antes de su arribo la flora micológica (de hongos) argentina contaba con menos de 50 especies conocidas, por su labor esta taxonomía aumentó increiblemente. Como él mismo decía: "Hoy puedo dejar un ramillete de 4.000 especies, al que puedo agregar 1.000 para Chile, 800 para Brasil, Paraguay y Uruguay, y 2.000 especies nuevas." Según Cristobal Hicken, "no existe un solo grupo ni familia de nuestra flora que no deba a Spegazzini alguna contribución".

Gracias a esta labor, realizada durante años y a través de muchas expediciones de recolección, Spegazzini fue considerado como uno de los mejores micólogos del mundo. En el país, además, se habló de él como uno de los máximos impulsores de los estudios botánicos en la Nación.

Falleció en 1926. Su legado (compuesto por sus libros, el mobiliario particular y sus colecciones botánicas) pasó a la Universidad de La Plata. En la que había sido su casa se abrió, años después, el Instituto de Micología "Carlos Spegazzini" y, en 1947, el mismo nombre se le puso al Museo de Botánica y Farmacognosia de la Facultad de Química y Farmacia de La Plata.